miércoles, 9 de octubre de 2013

¿Que hay detrás de todo esto? ¿Que intereses se mueven?


¿Que hay detrás de todo esto?¿Que intereses se mueven?

El segundo artículo de Elena Vozmediano al que hacia referencia, aunque es algo anterior en el tiempo, complementa muy bien al anterior en el sentido que visibiliza la falta de sensibilidad, control y registro ordenado, de algunas obras de arte y Patrimonio por parte de las Administraciones Públicas. Los intereses económicos particulares, las decisiones políticas partidistas o la propia desidia, están por encima del interés común.

El artículo al que se hace referencia es el 19 de julio del 2013. Se titula ¿Patrimonio o decoración? También publicado en el Cultural del Mundo.

En esta ocasión Elena Vozmediano ahonda en el inadecuado control de algunas obras patrimoniales y de cómo la dejación y, en ocasiones los intereses particulares, pueden acabar repercutiendo en la perdida del Patrimonio de un país. Las Administraciones Públicas tienen en muchas ocasiones gran responsabilidad. Para muestra, la obra Crucifixión de El Greco.


El cuadro ha salido de España para ser subastado en Sotheby’s, con la autorización previa del Ministerio de Cultura, evitando, eso si, toda clase de publicidad y trascendencia a la opinión pública. Todo esto sin olvidar la pasividad con la que ha actuado la Diputación vasca como responsable y tutora del Patrimonio Cultural Vasco. (El cuadro había formado parte de Museo Zuloaga de Zumaia).

A la hora de publicar el artículo se desconocía como se había repartido la herencia de Ignacio Zuloaga y cual de sus nietos era el propietario que había puesto a la venta la pintura. También se desconoce quien ha sido el comprador. (La pista de otra obra de arte que se pierde...).

Algo similar ha ocurrido con la colección Urvasco, que fue ofrecida como dación a la Administración con motivo de las dificultades económicas por las que atravesaba el propietario. Las obras de diferentes artistas que componían la colección homenaje a Eduardo Chillida han acabado, finalmente, siendo subastadas en Christies’s.

El artículo refleja otros casos y modalidades donde el patrimonio y el arte son valorados, más como mercancía con valor puramente económico, que como un bien de interés cultural. Los políticos de turno deciden que es arte y que pura mercancía en función de sus intereses, ideología y necesidades económicas, más que como resultado de su conocimiento en la materia.

Los ciudadanos somos tratados como “incapacitados culturales”. Parece que nuestra participación solo es preceptiva en eventos más populares o folklóricos o cuando, en manos de una buena publicidad, se orienta o dirige al espectador hacia una exposición o acontecimiento que con seguridad reportará importantes ingresos económicos. Esto en nuestro país es cultura. 


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